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Negociación colectiva en Telmex-Claro en punto muerto
Política de la empresa que no quiere alterar ni un ápice ahora que está negociando con el sindicato (Unión de Trabajadores de Claro y las TIC) el pliego de peticiones que éste presentó.
Aunque la palabra “negociando” es apenas un decir porque, según Yuli Higuera Nieto, presidenta nacional del sindicato, la empresa se ha negado a negociar los puntos del pliego. Sólo se ha limitado a leerlos y dejar pasar el tiempo que la ley estipula para la fase de negociación, que en su etapa de prórroga termina el próximo 23 de julio.
Como se sabe, el Grupo Claro (conformado por las empresas Telmex y Comcel), es el conglomerado empresarial privado que más utilidades obtiene en Colombia, por encima de empresas poderosas como Bancolombia, Bavaria, Avianca, El Cerrejón, Argos, etc., y sólo por debajo de Ecopetrol y EPM. Utilidades que en buena parte cimenta en su estrategia de pagar bajos salarios, de explotar al máximo a sus trabajadores exigiéndoles altas metas de productividad, y con una política de tercerización a gran escala, como quiera que Telmex tiene unas 30 empresas contratistas con unos 7 mil trabajadores, en unas condiciones salariales y laborales que dan grima.
De ahí que no sea raro que ahora tampoco quiera negociar con el sindicato nada que vaya más allá del Pacto Colectivo que desde hace dos años les impuso a sus trabajadores, y que está lejos de satisfacer sus necesidades. Sólo acepta un aumento de salarios y de beneficios económicos equivalente al IPC de junio-julio: 4.25%, es decir lo mismo que aumentó el salario mínimo, lo cual, en palabras de Yuli Higuera, “es irrisorio”. Además propone que la convención sea a 4 años, con lo que inmovilizaría por un largo tiempo al sindicato.
Unión de Trabajadores de Claro y las TIC (antes Sintratelmex), es hoy un sindicato de industria que afilia no solo a trabajadores del grupo Claro sino también a los tercerizados por empresas contratistas. De hecho ya también presentó pliego de peticiones a cuatro de estas empresas. Aunque sigue siendo minoritario (tiene unos 600 afiliados en total) en el último año prácticamente dobló su membrecía, pese a los acosos y la intensa persecución por parte de la empresa, que con la amenaza de despido y otro tipo de acosos siempre trata de disuadir a quien quiera afiliarse al sindicato.
La “guerra del centavo”
El punto central del pliego de peticiones que presentó el sindicato, más importante incluso que las reivindicaciones de carácter económico, tiene que ver con el arbitrario sistema de metas de ventas que se les exige a los asesores comerciales, las cuales cada vez son más altas y que si no cumplen no tienen derecho a cobrar ninguna comisión.
En efecto, un asesor se gana como básico un salario mínimo, y debe realizar 21 ventas al mes para cobrar una comisión de $300 mil adicionales. Pero si hace 20 o menos no recibe un solo peso. Y lo que es peor: el no alcanzar dicha meta en dos meses de un semestre es causal de despido. Obviamente tal presión produce en los y las trabajadoras altos niveles de estrés, y los obliga a entrar en una verdadera “guerra del centavo” por las ventas, que en algunos casos ha terminado en peleas entre los mismos asesores comerciales.
“Cada vez se aumentan las metas, y por no cumplirlas cada mes están saliendo despedidos hasta 10 y 15 trabajadores, sindicalizados o no. Por eso en nuestro pliego pedimos que estas metas se rebajen”, dijo la presidenta de la Unión de Trabajadores de Claro, al tiempo que aclaró que el trabajador es despedido sin derecho a indemnización ni a descargos, ni a un proceso disciplinario. Por eso el pliego incluye la conformación de un comité de Relaciones Laborales para regular todo ese tema, en el que tengan cabida representantes del sindicato, asì como un modelo de debido proceso disciplinario, inexistente hoy en Claro.
Yuli Higuera
Y para los asesores comerciales que trabajan para empresas contratistas las metas y exigencias son aún más infames. Éstos no tienen vínculo directo con Claro, pero ejecutan las mismas labores misionales que hacen los vinculados directos: ventas del servicio, instalación y mantenimiento de redes. Incluso tienen los mismos jefes, los mismos horarios, los mismos uniformes, usan la misma papelería, pero trabajan sin contrato, por el cuestionado sistema de corretaje.
El corretaje es un contrato regido por el código comercial, no por el Código Sustantivo del Trabajo. El trabajador vinculado por este tipo de contrato no tiene un salario básico, gana por obra realizada. En el caso de Claro, los asesores comerciales ganan de acuerdo con el número de ventas que hagan, y quien no haga un mínimo de éstas no tienen derecho a afiliación a la salud y a dotación de uniformes. Son pues condiciones laborales más precarias aún que las que posibilitan las cooperativas de trabajo asociado, que por lo menos pagan un salario básico, afilian a la seguridad social y dan dotación de implementos. El corretaje es pues lo más parecido a la esclavitud en pleno siglo XXI, y en tales condiciones Claro tiene sometidos a más de 3 mil trabajadores.
El sindicato lleva ya tiempo denunciando la modalidad del corretaje como la peor forma de tercerización y explotación laboral, pero el Ministerio del Trabajo no toma cartas en el asunto. Tal como ocurre con las deficiencias de la señal y del servicio de telefonía celular, en el tema laboral Claro prefiere pagar las multas que se le imponen y seguir en las mismas, sin implementar ajustes en su política laboral. Como ocurrió recientemente que pagó una multa de $42 millones por despedir 16 trabajadores afiliados al sindicato, ya todos reintegrados por orden judicial.
“Pero que son $42 millones para una empresa que el año se gana 2 billones de pesos”, se pregunta Yuli Higuera, para concluir que en materia laboral el Grupo Claro en Colombia hace lo que le da la gana.
Fuente: ENS