8 de marzo, por la igualdad, contra vientos y mareas
Queridas compañeras, queridas luchadoras, queridas guerreras de la vida:
No es necesario que llegue el 8 de marzo para conmemorar nuestro día. Pero cuando llega, inexorablemente, nos preguntamos dónde estamos en materia de igualdad de género. También inexorablemente (o al menos eso me pasa a mí) reflexionamos sobre los avances inmensos que hemos logrado. En mi caso, me gusta ponerle rostros a esos avances. Nuestro continente puede exhibir orgullosamente los rostros de las Presidentas de Brasil, de Chile, de Argentina, de Costa Rica. Las niñas que nacieron en la última década podrán decir “cuando yo sea grande quiero ser Presidenta”, y podrán construir sus imaginarios sobre la base de mujeres de carne y hueso, que se atrevieron a derrumbar los techos de cristal.
Y también podrán soñar con ser Presidentas de una Central Sindical, como la Bárbara de la CUT de Chile. Y en Colombia, querrán parecerse a nuestras Luz Marina, Fanny, Yuli, Presidentas de sus Sindicatos, jóvenes mujeres que le ganaron al miedo y a la discriminación. Y como ellas, jóvenes mujeres que están al frente de sus sindicatos en Brasil, en Argentina, en Perú, en Estados Unidos, en Canadá, en El Caribe…en todo el continente.
¿Es más fácil para ellas de lo que fue para las mujeres de mi generación? No lo creo. Todavía falta mucho para desterrar la cultura patriarcal. Todavía hay mucho más camino que recorrer para que logremos un poder realmente compartido e igualitario.
La diferencia salarial entre hombres y mujeres muestra que esto es así. Pese a tener más años de educación que los hombres, las mujeres aún nos concentramos en ocupaciones peor remuneradas. Al comparar hombres y mujeres de la misma edad y del mismo nivel educativo, en la región los hombres ganan como promedio un 17 por ciento más que las mujeres. La brecha salarial ha venido cayendo en los últimos años, pero a un ritmo aún lento.
Durante el año 2013 la violencia de género en nuestra región se cobró al menos 1800 vidas. Esta cifra, aunque tremenda de por sí, no muestra toda la dimensión de este drama, ya que no recoge la situación de México y Brasil ni muestra a las muchas otras mujeres que han sido heridas físicamente o maltratadas psicológicamente. Los datos son abrumadores, como abrumador resulta ver que día tras día el feminicidio crece como una de las reacciones de quienes no toleran que sus víctimas se rebelen.
Sin embargo, tenemos millones de razones para ser optimistas. Porque esta batalla cultural la estamos ganando, junto con los miles de hombres que aspiran a la igualdad y que rechazan, como nosotras, la cultura de la discriminación.
Que este 8 de marzo nos sirva nuevamente para recordar a las que con todo los vientos en contra se animan: se animan contra los patrones, contra los estereotipos, contra los modelos heredados. Se animan a gritar igualdad y justicia. Se animan a reclamar su lugar en el mundo.
¡Viva el 8 de marzo! ¡Vivan las mujeres!
¡Vivan los hombres, las mujeres y todos y todas los que luchan por un mundo de iguales, sin discriminaciones ni exclusiones!
Adriana Rosenzvaig
Secretaria Regional
UNI Américas