Un aplauso y miles de lágrimas a la memoria de los ausentes

Usted no sabe quién soy yo / preferimos una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos / Muerte a secuestradores / los muertos fuimos cinco / dígale al presidente que ordene cesar el fuego / Mataron a Gaitán / estamos refundando la patria / 44 muertos en Segovia / mataron a Galán / le voy a dar en la cara, marica / mataron a Pizarro / No al castro chavismo.
¡Basta ya!
Y hemos hecho el bien y hemos hecho el mal, hemos delinquido, hemos ayudado, hemos protegido, hemos desangrado, hemos sufrido y llorado, hemos servido de instrumento de guerra, recreando los escenarios del sufrimiento, pintando con nuestros cuerpos las acuarelas del dolor. Y hoy nos hemos reunido para decir adiós a la guerra, adiós al negocio de matarse entre hermanos, para que por fin la guerra descanse en paz.
Con estas frases, que hacen parte del manifiesto Adiós a la guerra, escrito por Julio Hernán Correal, integrante de la Asociación Colombiana de Actores, se inició el espacio para la paz. Y con estas mismas frases, los 600 delegados sindicales sintieron por un momento lo que ha significado vivir en Colombia, el dolor de vivir en un país que lleva casi un siglo tiñéndose de rojo sangre.
La presentación de la Asociación de Actores terminó, y los delegados, completamente vestidos de blanco, el color que hoy convoca debido al momento histórico, se mostraron conmovido. Fue cuando Adriana Rosenzveig, secretaria regional de UNI Américas y explicó que significaban los brazaletes que reposaban en cada uno de los asientos del auditorio.
Las manillas llevaban un nombre escrito, nombre que hace parte de la lista de 3.108 sindicalistas que, hasta la fecha, han sido asesinados en Colombia mientras luchaban por un sindicalismo democrático y una sociedad más justa. Los brazaletes se acompañaban de una pequeña tarjeta en la que se reseñaba el crimen del fue víctima el dirigente sindical.
Alirio Silva Pedro, fue asesinado el 2 de marzo de 2004, en Orito (Putumayo), por paramilitares. Era dirigente sindical de Asep; Alcira Tapia Muñoz, fue asesinada el 21 de marzo de 2007, en Popayán (Cauca), por desconocidos. Era trabajadora de base afiliada a la organización sindical Asoinca; Alejandrino Campero Pedro, fue asesinado el 6 de diciembre de 2013, en Sardinata (Norte de Santander), por desconocidos. Era dirigente sindical de Sindenorte; Auri Sara Marrugo, fue asesinada el 5 de diciembre de 2001, en María La Baja (Bolívar), por paramilitares. Era dirigente sindical de la USO.
Estos tan sólo son unos nombres de los que fueron conmemorados, pero todos quedaron grabados en los brazaletes que cada uno de los dirigentes sindicales ató a su muñeca, como símbolo de su presencia. Diciendo de esta forma “nuestros compañeros están presentes, siguen estando aquí. Y su lucha continúa con nosotros.