Trabajo decente para las mujeres colombianas
Por tal motivo, este viernes en la mañana en el Club de Ingenieros de Bogotá (calle 39 con carrera 15), se realiza un foro académico con las participación de dirigentes y dirigentas de las tres centrales sindicales: CUT, CGT y CTC, y en el que se espera la presencia del Ministro de Trabajo, Rafael Pardo, de una funcionaria de la Alta Consejería para la Mujer, y de Alexandra Arguedas, representante de la Confederación Sindical de las Américas, CSA. La idea es proyectar propuestas en el marco de la campaña por el Trabajo Decente y plantear la agenda de un plan nacional que comprometa al Gobierno con el trabajo decente para las mujeres.
Cifras del mercado laboral para las mujeres
Las cifras del mercado laboral colombiano señalan desigualdades en las oportunidades y condiciones de trabajo para hombres y mujeres. Es dramática la tasa de desempleo femenino, que sigue siendo superior a la masculina. Mientras la tasa de desempleo de los hombres en 2012 fue 7.8%, la de las mujeres fue 13.4%, lo que indica lo difícil que es para ellas insertarse en el mercado laboral, lo cual se ve agravado por los altos índices de informalidad.
Las mujeres representan el 50.6% de la población colombiana. De 18 millones de mujeres que hay en edad de trabajar, sólo 8.5 millones tienen una ocupación. Pero más del 50% de éstas se ocupan en la economía informal, es decir sin plenos derechos laborales.
En 2012 se reportaron 12´690.000 personas en condición de inactivos por razones de estudio, trabajo, discapacidad y otras, y de este total el 66% son mujeres. De ellas la mayoría se dedica a los oficios del hogar, pues solo el 30% se encuentra estudiando, mientras que el 60% de hombres que no están empleados sí estudian.
En cuanto a su ubicación en el mercado laboral, tenemos que el 42.2% son trabajadoras por cuenta propia (3´608.000 mujeres), seguidas por las obreras o empleadas particulares: 33.1%. Llama la atención que el 8.1% sean trabajadoras familiares sin remuneración, contra el 3.7% de hombres en la misma situación.
Y por rama de la actividad económica, el 79% de las mujeres ocupadas se concentran en solo 3 ramas, así: 33% en el comercio, hoteles y restaurantes; 31% en servicios comunales, sociales y personales; 14% en la industria manufacturera; 7% en agricultura, pesca, ganadería, caza y silvicultura. Mientras que los hombres muestran una distribución más dispersa.
Es de anotar que las ramas de servicios y comercio, que aglutinan el 64% de las mujeres ocupadas, son de alta inestabilidad, proclives al empleo de tiempo parcial o de temporada, con bajos salarios, restricciones a la afiliación sindical, todos factores que constituyen a la precariedad laboral.
Opinión de Ligia Inés Alzate
Secretaria del Departamento de la Mujer de la CUT
Desde los años 50 del siglo pasado, con la instauración del voto femenino, ha habido un desarrollo legislativo en materia de derechos de las mujeres, especialmente porque el país ha ratificado los convenios internacionales en la materia, y también ha desarrollado normas propias.
Pero mientras las mujeres ganamos en igualdad formal, las cifras siguen señalando desigualdad en oportunidades en el mercado laboral y en las condiciones de trabajo. Y los cambios legislativos no parecen afectar significativamente esas cifras, son más espejismo que realidad. En materia de trabajo decente para las mujeres el país sigue en déficit.
En años recientes se aprobaron tres normas fundamentales: La Ley de Economía del Cuidado en 2010, que le fija al Estado la obligación de registrar en sus cuentas el valor de los trabajos del cuidado que realizan las mujeres y que no se les paga. A fines de 2011 se aprobó la Ley de Igualdad Salarial, orientada a resolver la brecha de salarios entre hombres y mujeres que realizan la misma actividad o generan la misma productividad. En 2012 Colombia ratificó el Convenio 189 de la OIT sobre trabajo doméstico, que introduce un marco regulatorio más garantista para las personas ocupadas en esta labor, en la que el 95% son mujeres. Y también el año pasado la sentencia T628 de la Corte Constitucional le ordenó al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar pagar a las madres comunitarias al menos un salario mínimo legal.
El problema surge porque, en la práctica, los desarrollos institucionales no se producen, hay poco seguimiento y se imponen pocas sanciones. No existen cifras acerca de la eficacia de las políticas afirmativas que se han aprobado. En el caso de la economía del cuidado, el DANE no cuenta con una metodología para medirla. Han pasado dos años desde la sanción de la ley y aún no tenemos esa medición. Tampoco sabemos cuántas empresas han tenido exenciones tributarias por contratar mujeres víctimas de las violencias, ni cuántas mujeres se han beneficiado, es decir, recuperaron u obtuvieron un empleo.
Las políticas de igualdad de género relacionadas con el trabajo son generales, no se dirigen a los sectores donde hay mayor presencia femenina, ni contemplan medidas específicas para las ramas de actividad económica donde se concentran las mujeres y las prácticas laborales que allí existen.
Las mujeres se ubican mayoritariamente en actividades de alta precariedad: la economía informal, cuenta propia, servicio doméstico, ventas por catálogo que mueven un sector próspero como el de la industria cosmética, etc.; actividades que no son objeto de las políticas de formalización laboral. También son las principales víctimas de trata de personas con fines de explotación laboral y sexual.
Otro caso es el de las empresas de servicios temporales, que a través de la intermediación laboral vulneran derechos laborales. El 45% de las personas que trabajan por empresas temporales son mujeres. La política de formalización laboral no ha priorizado el tema de las empresas temporales en los sectores de los servicios y el comercio, que son los que más concentran mano de obra femenina.
Los mecanismos de control y sanción de la discriminación laboral contra las mujeres no son expeditos. Un dato lo dice todo: en el 2012 se realizaron 5 inspecciones de trabajo en el servicio doméstico. Este es un oficio, como muchos otros, en el que las prácticas discriminatorias no solo son difíciles de reconocer sino de denunciar, ya que reunir las pruebas en temas como el acoso laboral y sexual es una tarea ardua.
Otro punto que quiero destacar, es que la mayor participación de las mujeres en el sector informal de la economía es un factor que contribuye a su baja sindicalización. De ahí que los intereses y necesidades de las mujeres rara vez son negociados con los empleadores en el marco de una convención colectiva.
Es por esto que desde el Departamento de la Mujer de la CUT nos uniremos a la campaña internacional “No más palabras, es hora de actuar”, exigiendo la materialización de nuestros derechos en todos los ámbitos, particularmente en el mercado de trabajo, y la eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas. En esta fecha daremos especial importancia a divulgar el Decreto 2733 de 2012 que otorga beneficios tributarios a los empresarios que contraten mujeres víctimas de violencia.
Opinión de Luz Mary González
Vicepresidenta de la CTC y directora del Departamento de la Mujer
Hoy es un día de conmemoración, en el que se les reconoce a las mujeres trabajadoras del mundo los avances de sus luchas, pues no ha sido fácil para nosotras obtener las reivindicaciones que hoy tenemos, ha sido producto de nuestra lucha para contrarrestar la inequidad.
El país carece de una política de género que permita aplicar a la población femenina las normas nacionales e internacionales. En ese sentido son muchos los retos. Uno es contra la discriminación salarial entre hombres y mujeres, que se calcula es del 20% a favor de los hombres, y eso no es justo. Esta discriminación no sólo se da en el sector privado sino también en los cargos públicos. Inclusive entre los estudiantes cuando egresan de una carrera y se vinculan al mundo laboral: las mujeres entran ganando menos que los hombres.
En lo personal, yo me inicié en el sindicalismo en 1987, y en 1996 llegué al Comité Ejecutivo de la CTC para trabajar en el Departamento de la Mujer. Pero no es fácil para una como mujer mantenerse y participar en un mundo sindical predominantemente masculino. Dentro de las mismas organizaciones sindicales tenemos que enfrentarnos al machismo, y eso exige mucho estudio y gran compromiso. Hay inclusive algunos compañeros que no están de acuerdo con la política de género. Precisamente un reto para el próximo congreso de la CTC es aumentar la participación de las mujeres en el Comité Ejecutivo. Ahora somos 6 pero la idea es que ingresen más.
Fuente: Escuela Nacional Sindical, ENS. http://www.ens.org.co